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La Crisis del Fútbol Argentino


Esta primera columna del año no tendrá el aspecto habitual, en esta oportunidad dejaré de lado el análisis del juego para centrarme en lo que está ocurriendo en la casa matriz del Fútbol Argentino.

 

Hemos vivido engañándonos durante demasiado tiempo. Todos, como sociedad fuimos cómplices y desde la pasividad y el silencio hemos prestado el consentimiento para llegar a esta situación alarmante. Los periodistas ocupándose solo de la agenda del día, omitiendo lo que sucede de manera subterránea. Los dirigentes, las instituciones y los mismos futbolistas naturalizando cuestiones muy graves como los barrabravas en las canchas, jugar sin público visitante, la desorganización del calendario de competencia, la falta de las condiciones mínimas de seguridad en los estadios, en fin la lista es interminable.

En definitiva todos acostumbrándonos con cierto grado de resignación a situaciones que nunca debimos permitir. Ahora llegó el momento de decir basta esto no puede ni debe continuar así. Me gusta renovar las esperanzas con cada año, añoro que el fútbol sea un espectáculo donde la familia vuelva a la cancha, donde el hincha apoye a su equipo independientemente del resultado, pero los desmanejos dirigenciales y la desorganización me vuelven bastante escéptico respecto a la posibilidad de encontrar una salida a esta Situación.

Sinceramente ni siquiera sé si tocamos fondo, veo tantos dirigentes irresponsables, poco idóneos, sin ánimo ni capacidad para cambiar las cosas. En tales condiciones tengo dudas de que ellos solos y por su cuenta sean capaces de resolver la situación.

Ningún futbolista puede sentir orgulloso de jugar en el fútbol argentino porque a nadie le gusta estar en un lugar contaminado. El desgaste y el estrés que provoca la innumerable cantidad de obstáculos a los que deben enfrentarse todos los protagonistas sólo pueden producir una cosa: ganas de fugarse cuanto antes. Tévez fue el último y emblemático ejemplo de la realidad actual del Fútbol Argentino. En fin así estamos.


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