La Importancia del Equipo
Un equipo es una idea puesta en práctica. No hay otra manera de armar un equipo. Sin embargo, y cada vez con más frecuencia, tendemos a banalizar la cuestión creyendo erróneamente que la falta de horas de trabajo se puede suplantar con el talento natural y una porción de fortuna.
En el caso puntual de las selecciones nacionales, salvo que tengan como base un club con un patrón de juego definido, como han sido en los últimos años los casos de Alemania/Bayern Munich y España/Barcelona. En el fútbol argentino es muy difícil tener al tiempo como aliado y el entrenador en nuestro medio debe atender urgencias antes que prioridades.
La construcción de un equipo es una tarea diaria que lleva tiempo. Un DT puede tener una manera de ver el fútbol y sus convicciones, pero necesita tiempo para desarrollar hábitos colectivos.
En la Argentina creemos que la idea de juego es un número: 4-3-3, 4-4-2, etcétera. Lo piensan muchos periodistas, la gente y no pocos futbolistas. Pero las claves para la construcción de un equipo no se relacionan con el dibujo táctico. La esencia se encuentra en cómo vamos a elaborar el juego, donde vamos a presionar para recuperar la pelota, como nos vamos a mover para generar superioridad numérica tanto en ataque como en defensa, esto último es vital en los deportes de conjunto.
El entrenador debe transmitir su idea a sus dirigidos y fundamentalmente ocuparse de potenciarlos, de ayudarlos a crecer como jugadores. Tiene que explicarles el cómo y el porqué, para que no entrenen de manera mecanizada. Pero en todos estos ítems empieza a encontrar factores que dificultan su labor.
Empezando por los propios. No todos los DT saben lo mismo, porque como en cualquier ámbito de la vida, los hay con mayor o menor capacidad para elegir lo que mejor se adapte a su idea. El fútbol necesita de la participación colectiva, entonces el planteo de juego debe adaptarse a los intérpretes. Un Futbolista habilidoso para gambetear cerca del área rival nunca se sentirá cómodo si se lo retrasa y tiene que bajar a buscar la pelota a 70 metros del arco contrario. La simpleza de un DT para detectar lo que su plantel necesita influye a la hora de acortar los tiempos de construcción de un equipo.
Entre los jugadores sucede algo parecido: no todos están capacitados para incorporar lo que se les pide. La confusión entre habilidad y entendimiento del juego pero también el mercado, la crisis permanente y la necesidad de los clubes de generar recursos económicos desembocan en la llegada a Primera de muchos jóvenes futbolistas que no completaron su etapa de formación.
El entrenador tiene un rol clave, el de docente con una labor básica: ayudar a cada jugador a cambiar hábitos perjudiciales para su rendimiento individual y el de todo el equipo; aportarle herramientas que le permitan explotar mejor sus virtudes, e incluso descubrir otras que quizás ni siquiera sepa que posee.
Porque está claro que las acciones de juego -defender, recuperar, elaborar y definir- no se parecen entre sí, pero reconocen puntos de relación. Un número 9 que tiene gol debe superar sus teóricas dificultades en la interpretación de otras acciones distintas, porque en algún momento del partido se hará necesaria su participación en la elaboración de las jugadas. Un defensor que sabe ubicarse en el lugar exacto para rechazar centros laterales en su área puede aprender a achicar 40 metros más adelante.
El fútbol argentino profundiza la escasez de tiempo y agrega otros factores que complican la tarea de los técnicos. En el caso puntual de los equipos grandes, la presión de saber que en cada jugada o en cada sustitución que se decida uno se esté jugando el prestigio. La carencia de una línea de juego definida acompaña a los clubes durante largos procesos.
Concretamente no existe un tiempo definido para construir un equipo. El fútbol no es lineal sino que está repleto de elementos intangibles a la hora de hacer una valoración.
Lo importante es tener claro hacia dónde se quiere ir para tener una línea de juego sobre la cual sostenerse y una idea donde apoyarse. Ahí están los cimientos de un equipo de fútbol.