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El momento de la valentía para recupar el juego

  • Pedro Daniel Platini
  • 15 nov 2016
  • 2 Min. de lectura

En el instante de pisar el verde césped del campo de juego, el futbolista sabe que existen riesgos inherentes al juego y que no hay recetas para evitarlos. Deben asumirse, incluso los mínimos detalles. Después del traspié en el estadio Mineirao, la selección argentina se enfrenta esta noche a otro reto trascendental, y para pedir la pelota, para atacar, para defender, para comprometerse con lo que en cada momento necesite el equipo, los que salgan al campo de juego deberán demostrar ese coraje y sobreponerse a cualquier adversidad.

 

Bauza también necesitará demostrar su capacidad, incluso antes de explicar el planteo táctico y cómo ejecutarlo. La selección Argentina precisa recuperar frescura y naturalidad, porque la situación contraria tampoco dio garantías de solidez ni ha evitado los goles en contra. Entonces, el rol del entrenador será fundamental en este momento crítico.

Los factores psicológicos tienen mucha incidencia en el rendimiento de un deportista. Lo emocional pesa tanto o más que lo físico o lo táctico, aunque en general se intente minimizar su influencia. Es cierto que un futbolista está acostumbrado a convivir con la con la presión de ganar, pero a veces la misma adquiere un carácter tan poderoso que llega a inhibir su conducta y a frenar su voluntad hasta consumirla, llevándolo a la apatía y la desazón.

En el poco tiempo que se dispone será imposible corregir los múltiples defectos del equipo. Sí, en cambio, poner en marcha los mecanismos para intentar que los jugadores saquen aquello que lleva adentro cualquier futbolista del mundo, no importa dónde haya nacido. El amor propio que todo futbolista tiene cuando se encuentra en dificultades.

También es necesario señalar que una eventual mejoría en el rendimiento individual y colectivo y/o un resultado favorable ante Colombia tampoco deberían cambiarnos la mirada. El equipo carece de estructura; cuando llega una adversidad no tiene certezas a las que aferrarse, deja de resolver con inteligencia, y entonces queda al desnudo sus distintas falencias.

El desafío posterior al partido de esta noche, en ese sentido, mayor incluso que el propio partido. A un técnico actual no le alcanza con lo que le alcanzaba hasta hace un par de años atrás. Hoy tiene que ser un sabio cuyos conocimientos permitan determinarle el juego a cada uno de sus dirigidos. Es cierto que el futbolista de primer nivel se ha sofisticado, pero también es verdad que cada vez más precisa que el entrenador de turno cree a su alrededor el contexto adecuado para sentirse parte del funcionamiento del equipo y explotar más y mejor sus condiciones futbolísticas.

Se sabe que un gol a favor o en contra en los minutos iniciales puede modificar el desarrollo de un partido, por estas horas lo fundamental será desterrar todo síntoma de fatalismo y angustia, apartar los miedos y abrirle la puerta al coraje, el lubricante esencial para reactivar el engranaje y conseguir que, de alguna manera, todo vuelva a funcionar.


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