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Democracia e ilusión


Articulo de opinión.


Sabemos que lo que distingue al hombre de los animales es la conciencia y el intelecto, que le hacen posible incorporar la información de la especie mediante la educación y la cultura, lo que los animales reciben por herencia instintiva.


 

Ahora bien, no por eso “toda” la información recibida es positiva, sino que, si ella no es coherente y se contradice con la realidad objetiva, en lugar de aportar al crecimiento y al desarrollo, perturba la conformación de la personalidad, ya que produce un resquebrajamiento, una malformación y una división en la armonía que debe reinar en ella para que funcionen integrados el pensamiento, el sentimiento y la acción.


Por eso, para educar al ciudadano, debe existir necesariamente esa coherencia en el educador, ya sean padres, docentes y gobernantes (con mucha mayor responsabilidad estos últimos ya que “supuestamente”, se preparan para su tarea).


Pues bien, nos enseñaron todos ellos que democracia es el gobierno del pueblo es decir según esta definición, que los ciudadanos deben ser los artífices y protagonistas de la sociedad en la que viven, tanto al plantear sus necesidades como al accionar para satisfacerlas. Pero, las diferencias de intereses económicos entre los miembros de la comunidad, llevaron a los que acumularon a modificar esa definición, para mantener sus privilegios, y le agregaron: “el pueblo gobierna a través de sus representantes” (por cierto, ellos). Lo cual no es lo mismo, aunque podría ser algo parecido y aceptable, si los representantes “representaran realmente” los intereses del pueblo.


Pero se dio un paso más deformante aún: los “pretendidos” representantes(los políticos profesionales), para asegurar sus privilegios “adquiridos” en esa tarea se conformaron

en una “casta de poder”, y así, programaron la educación, la cultura, la justicia y “el

control y la seguridad”, de manera tal que siempre accionen a su favor.


Resultado de ello la alineación de la ciudadanía, que de aquí en más sólo sirve para trabajar y aceptar pasiva y resignadamente lo que ellos dispongan, aunque “con la ilusión” de vivir en democracia y “gobernar a través de sus representantes”, al otorgarles el poder con su voto, a pesar de que, una vez allí, éstos hagan lo que se les ocurra, de acuerdo con sus intereses y sin acordarse más de la gente que les dio el mandato.


Conclusión: vivimos una realidad ficticia, esta es una dictadura de los políticos, pero creemos ilusoriamente vivir en democracia, lo que nos produce una confusión que explica el bloqueo emocional y desinterés por la cosa pública, la insensibilidad, la apatía y la parálisis en la acción, estado patológico éste que se intenta compensar o evadir con el consumismo, la tevé, la idolatría deportiva.

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