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El arte de llamar la atención

Enuéstense y respiren profundo”, dice una voz de mujer. “Ahora miren”, continúa, “miren...”. Y el grupo lo hace: respira profundo y mira. No es una clase de yoga. Lejos. Estamos en la Sala Antonio Berni del Museo Nacional de Bellas Artes, y la que habla es Inés Alvarado, una de las profesionales que brinda visitas guiadas para escuelas primarias y secundarias.

 

Lo que intenta es que los chicos –unos 25 alumnos de 7.º grado de la escuela Virgen Generala de Caballito– observen desde otra perspectiva La pesadilla de los injustos, del argentino Antonio Berni. Por eso ahora están tirados en el piso, mirando la pintura como si estuviera al revés. Y ahí lo descubren: Berni dio vuelta el cuadro para pintar su parte superior, por eso la pintura parece chorreada, porque lo está. Y en coro, los chicos lanzan un “ahhhh” que ratifica el recurso de Inés. El “ahhhh” de la comprensión.

La escena, que con sus matices se repite diariamente, es parte de un extenso programas de visitas guiadas del Museo. Las hay para adultos, chicos, escuelas, familias, turistas que están de paso, público asiduo, teatralizadas, en inglés, en portugués, para no videntes, interactivas, participativas. Un largo abanico de posibilidades con un factor común: un equipo de guías especializados que se viene formando desde hace más de 11 años en la institución.


Sentados en una mesa redonda, un grupo de ocho de los 18 integrantes del área de extensión educativa –que incluye historiadores de las bellas artes, actores, educadores y diseñadores– cuenta anécdotas y trata de responder a la pregunta: ¿cuál es el truco para captar la atención de los visitantes?


Para arrancar, Mabel Mayol, a cargo del área, aclara que no se trata solo de recorridos guiados, sino que buscan siempre la participación: “La democratización del arte no se cumple solo por el ingreso gratuito, sino que se deben establecer pautas para enriquecer la visita de quienes podemos considerar asiduos concurrentes, estimular la incorporación de nuevos visitantes y promover el acercamiento a nuestra colección”.

Cecilia Arthagnan es una de las que se ocupa de recibir a los chicos de escuelas. Dice que para que la experiencia sea exitosa es fundamental el trabajo en el aula. “Los docentes pueden entrar a la página y elegir la temática de la visita. Cuando los chicos ya hablaron del tema en el aula, se nota”, enfatiza. “Después el secreto está en escuchar lo que los chicos te dicen, y a partir de eso ir armando el relato de las visitas”. Allí, uno de los tips primordiales: para que te presten atención, hay que prestar atención.


La búsqueda de asociaciones es otro de los recursos de los guías. A veces, el resultado sorprende. Marcos Kramer, a cargo de la visita “La generación del 80: la identidad y la Nación”, siempre pide al público que exprese lo que ven en los cuadros. “En Sin pan y sin trabajo, una de las obras más analizadas simbólicamente, una pequeña de cinco años descubrió que la manta que arropa al bebé de la familia es la tela de las cortinas de la casa. Es un detalle que no está en ningún libro y que yo ahora cuento en cada visita”, dice Marcos.


La frescura de los chicos frente al arte es uno de los elementos que rescatan todos los guías. Gisela Witten, que brinda visitas para familias y lleva siempre consigo una bolsa con texturas y ejemplos de materiales con los que se hacen las esculturas, cuenta: “Con los chicos, ciertos temas se tratan con cuidado, pero más de una vez te sorprenden. Por ejemplo, cuando ven Los primeros funerales, una dramática escultura sobre la muerte de Abel, son los que más rápidamente responden que se trata de un velatorio. Es fuerte”.


A veces es necesario recurrir a otras artes para captar la atención. Roxana Pruzán, por ejemplo, utiliza su títere 'Lila', y el año pasado un grupo de jóvenes rapeadores relataban las visitas con guiones elaborados por el área de extensión educativa. Pablo Hofman, por su parte, aporta su formación actoral al grupo. En el MNBA, es el 'Dr. Osman', un científico loco obsesionado por el movimiento en las obras de arte, que brinda visitas para la familia los fines de semana. En la semana tiene a cargo “Con otros ojos”, una visita dirigida a un público curioso con interés en acercarse a la colección desde otra perspectiva. Para él es importante el humor para captar la atención y sobre todo, enfatiza, “apostar a lo lúdico y lo sensorial, tanto en los más grandes como en los más chicos”.


Pero al final del camino, si el arte de hacer visitas guíadas es, de algún modo, el arte de buscar recursos para que alguien se interese en lo que no se interesa, o en lo que no se interesaba hasta ese momento, ¿es realmente una satisfacción? Para Susana García, una histórica guía del Museo que ahora trabaja para la Asociación Amigos del MNBA, hay una sola respuesta: “Con 83 años, si no fuera una satisfacción, no lo seguiría haciendo”.


Texto: Laura Spinelli

Fotos: Mauro Rico


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